No aprendí amarme a mí misma más que cuando era golpeada por
los golpes que da la vida, en ese momento llega el instante de sentar cabeza y
poner las metas de ser alguien mejor antes que todo.
Pero siempre somos víctimas del amor, que te hace fijarte en
esa persona que no debes porque tiene su vista puesta en alguien más o ese
alguien que solo desea usarte para conseguir que la horrible soledad con la
cual no desea vivir se aleje, así que te engaña para hacerte pensar que de
verdad te está amando.
Todo el existir es una tela de araña en la cual te enredas y
pierdes fácilmente, eres una mariposa que no puede volar más o quizás logras
esquivas la tela de araña pero un depredador más grande que tú, te rompe las
alas para tener que caminar por la tierra cada día mas muerta por la contaminación
y la basura que uno mismo crea pero intenta destruir.
Siempre estamos en ese punto de la vida en el cual debemos
alcanzar un estado de madurez, ya sea: emocional, profesional o familiar. No
pensar en un futuro mejor que el de tus ancestro, es ser un conformista de la
vida, un peón que solo vino a este mundo para que no se vea más vacío y si vas
contra la corriente eres el error que la sociedad desea eliminar para mantener
esa falsa paz que a todo le hacen creer mientras pasan más tiempo con la vista
en el celular que el paisaje que muere con cada nueva estación del año.
Esto es solo el desahogo de una persona más, que no sabe qué
hacer con su existencia y teme conocer la cara de la muerte a pesar que es lo único
seguro que va tener hasta que quizás vuelva a reencarnar, si es que logra tal
hazaña o no se queda en uno de los dos lugares promocionados por iglesia con
fervor y miedo.
Repito que esto es solo un desahogo de alguien con tantas
etiquetas invisibles pero con la fuerza de una bola de cañón, que intenta
encontrar esa felicidad y poder anclar en un puerto seguro hasta el final de
sus días.